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Forced Entry (Helmuth Richler, 1973)

viernes, 27 de abril de 2012


El debut en la dirección de Shaun Costello (con el pseudónimo de Helmuth Richler, uno de tantos que utilizó siendo el más habitual el de Warren Evans) es una enfermiza producción de los pervertidos Avon Studios que narra el delirio de un veterano del Vietnam, acosado por recuerdos de su paso por la guerra, que entra en casas de chicas para humillarlas, violarlas y asesinarlas.


Dicho así suena a una película dura, pero calificarla así sería un eufemismo. Y es que muchos directores de los primeros setenta, de los inicios del cine X, no tenían como primer y único objetivo excitar al espectador, sino provocar, hacer un producto contracultural en el que expresarse y romper tabúes, y el cine X les brindaba un circuito al margen de las películas comerciales para hacerlo. Zebedy Colt o los directores de la compañía Avon como Joe Davian, Phil Prince y el propio Costello fueron un buen ejemplo de cineastas que no acostumbraban a acompañar el sexo en sus películas de comedia y buen rollo.


Costello no contó para 'Forced Entry' con un gran presupuesto, pero sin duda lo suplió con un bizarro punto de vista, una trama cruel y un gran trabajo en la realización, llena de asfixiantes planos cortos y de detalle, planos subjetivos e imponentes contrapicados. Todo ello lo acompañó de una ecléctica y agobiante banda sonora y un montaje vibrante y angustioso lleno de insertos, a modo de flashes en la mente del protagonista, de imágenes reales de la guerra de Vietnam.


Al frente del filme, encarnando al desquiciado veterano del Vietnam, está un Harry Reems (bajo el nombre de Tim Long) sin su famoso bigote y sin ese halo de buen rollo que exudaba siempre en sus películas, aquí alejado de sus habituales personajes cómicos. Pero lo cierto es que Reems logra una interpretación asombrosa, dura y perversa resultando en ocasiones irreconocible.


La película arranca, tras informarnos de lo que es el síndrome del veterano de Vietnam, con sirenas de policía, con el cuerpo de Reems en el suelo, inerte y con los sesos asomando por su craneo, y con unos policías haciendo fotos y examinando la escena del crimen. Un clima agobiante que no desaparece a lo largo del metraje, en el que Reems hace de las suyas sin dejar de ver, a cada paso, en cada acto, imágenes de su pasado.


El perturbado acecha a una chica morena a la que ve follar con su marido, el propio Costello, en una escena sexual lamentable y con planos bastante desagradables. Tras la marcha del marido la obligará a chupársela, algo que no le impedirá degollarla con un cuchillo para acabar besándola ya muerta. Pero sólo será el aperitivo. Y es que luego llegará la escena más dura e impactante del filme que no deja nada para la imaginación. Entrará en la casa de Laura Cannon (la más atractiva del reparto y la que mejor actúa), la sacará de la ducha por la fuerza, la obligará a punta de pistola a chupársela y luego la penetrará analmente. Tras humillarla y presenciar sus gritos y lloros, la rajará y acuchillará en repetidas ocasiones, se regodeará en la sangre del cuchillo y la besará. Todo ello con insertos de una ejecución en Vietnam. La típica escena agradable de ver.


Tras el plato principal del delirio de Reems, el ritmo se relaja y presenciamos como un chica en furgoneta recoge a otra joven autoestopista. Ambas paran en la gasolinera que regenta Reems, donde él averigua la dirección de sus víctimas. La dos chicas tienen una escena lésbica sin mucha sustancia (se nota que Costello no le prestó una gran atención a la parte sexual) mientras fuman porros, todo ello ante la atenta mirada de Reems, que deja claro que odia a los hippies repitiendo para sí "Scummy hippies, scummy hippies".


Tras la escena sexual (atención spoilers), Reems volverá a amenzarlas con su arma para violarlas, pero las chicas, totalmente colocadas, se reirán de él, no le tomarán en serio e incluso se acercarán a él, algo que Reems no podrá soportar y, entre más visiones de la guerra, se pegará un tiro en la sien. Un buen final para una película impactante que marcó el perverso camino a seguir para unos cuantos directores que hicieron de los inicios del cine X un espacio para obras provocativas, contraculturales, subversivas y perturbadoras que dificilmente podrían hacerse hoy día



Nacho Vidal, que ya demostró sus cualidades interpretativas con buen resultado en filmes como 'El alquimista impaciente' (Patricia Ferreira, 2002) o 'Va a ser que nadies es perfecto' (Joaquín Oristrell, 2006), estrena en julio de este año un nuevo trabajo en el cine convencional, 'Impávido', dirigido por Carlos Theron, realizador de la exitosa 'Fuga de Cerebros 2'.

La película, una mezcla de filme de acción, thriller y comedia negra, cuenta la historia de Ray, un hombre sin padres ni familia, que se dedica a robar coches y que por el amor de una chica acabará en la cárcel. Adicto al juego, perderá mucho dinero en una apuesta ante un personaje con muy mala espina, interpretado por Nacho Vidal.


El filme parte de un corto homónimo rodado en 2007 por Theron que ahora se convertido en un largometraje que espera arrasar en taquilla. Junto a Nacho Vidal, se encuentra un gran reparto de nombres españoles como Julián Villagrán, Marta Torné, Carolina Bona, Manolo Solo, José Luis García Pérez, Victor Clavijo o Pepo Oliva. La película ha contado con un presupuesto de 1,2 millones de euros y desde la productora del filme aseguran que se trata de una comedia de humor negro al más puro estilo 'Airbag'. Por ahora, el trailer ya tiene buena pinta.


Las guerreras lésbicas de Max Candy

martes, 24 de abril de 2012


Max Candy le ha cogido el gusto al look bélico y, tras la exitosa 'Inglorious Bitches', ha vuelto a vestir a sus chicas de guerreras en 'Les filles du Regiment', una nueva fantasía bélico-sexual con chicas como Anna Polina, Aleska Diamond, Kety Pearl, Cindy Dollar, Jenna Lovely, Suzie Carina y Sandra Sanchez.



Pero esta vez, Candy ha diseñado una all-girl movie sin mucha trama con orgía lésbica, parejas y tríos femeninos que no necesitan para nada a los chicos. En esta sección del ejército, sólo hay mujeres y, además de manejar armas y tanques y prepara ofensivas, saben satisfacer sus deseos sexuales.

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.



La última película de Erika Lust, 'Cabaret Desire', resultó galardonada esta semana en los Feminist Porn Awards de Toronto como la mejor película del año, en una edición sin nombres tan conocidos como en años pasados, pero con un gran número de contrincantes. Erika ya ganó el año pasado este premio (ofrecido por la empresa Good For Her) por 'Life, love, lust' y en 2008 por 'Cinco historias para ellas'.

Actualmente, Erika Lust, Roberto Valtueña y José Ríos son los únicos que todavía producen cine X en España, donde la producción pornográfica se ha centrado en Internet por razones de negocio. Lo último de Valtueña (tras 'Hasta que el sexo nos separe') ya se está ultimando y José Ríos está trabajando duro produciendo películas y escenas para Marc Dorcel. Esperemos que haya cine para rato.

Fotografías: Erika Lust



La iglesia que probó el pecado

martes, 17 de abril de 2012

Mario Salieri es uno de los nombres más reconocidos del porno europeo de las últimas décadas. Aficionados al porno de medio mundo disfrutan y alaban obras del italiano como 'Stavros', 'Concetta Licata', 'Fuga dall'Albania' o la menos comprometida 'Dracula'; pero el gran público vio su nombre en los periódicos en 2003 por el escándalo que provocó una de sus películas, 'Il confessionale' (El confesionario).


La cinta, producida por Salieri pero dirigida por Jenny Forte, se rodó en el año 1998 y cuenta la historia de Don Luca, el párroco de una pequeña iglesia que, apoyado por los secretos arrancados en el confesionario, exige morbosas relaciones a las feligresas a cambio de la absolución divina. Sólo la trama ya podía haber creado cierta polémica entre los círculos religiosos; pero fue el lugar donde se rodó, la iglesia de San Vincenzo en Gioia dei Marsi, lo que hizo saltar el escándalo.


Salieri decidió rodar la película en una iglesia de verdad, fiel a su estilo costumbrista. Al párroco le aseguraron que iban a rodar una boda, pero lo cierto es que la novia se follaba al cura de la película sin muchos miramientos en plena iglesia. Y no sólo eso, Jean-Yves Le Castel, que interpreta a Don Luca, se lo monta en el confesionario y en cualquier rincón sagrado con feligresas y hasta con un par de monjas.


Fue cinco años después del estreno de la película cuando un vecino de Giola dei Marsi que estaba viendo el filme reconoció en él la iglesia a la que acudía cada domingo. Y a este hombre no se le ocurrió otra cosa que avisar a la policía, que confirmó sus sospechas. 


Salieri se llevó una denuncia por vilipendio por atentar contra el honor de la Iglesia, pero lo realmente curioso se lo llevó la propia parroquia. Y es que, en virtud del derecho canónico, se declararon nulos todos los autos (bodas, bautizos, comuniones, etc) realizados en la iglesia desde el momento en el que se rodó la película, y el obispo del lugar tuvo que devolverle la dignidad con un rito reparador tras una semana de penitencias y rezos. El obispo bendijo el perímetro externo de la iglesia esparciendo agua bendita y después hizo lo mismo con el interior. Al concluir, los cientos de fieles presentes prorrumpieron en aplausos y comenzaron a repicar las campanas. La iglesia ya no era impura.


Paulina (Natasha Nice) está cansada de escribir cuentos para niños y le pide a su editor una oportunidad para escribir una novela de terror. Para empezar con buen pie, se pone en contacto con uno de sus ídolos, el escritor de novelas de terror y gore Wes Mueller (Richie), con quien iniciará una relación telefónica cada vez mas íntima. Sin embargo, cuando su hermana le cuente que Mueller ha estado internado por problemas mentales, su affair de amor/amistad se tornará una historia de terror.


Mientras siga jugando con tramas atractivas como la de este película, con buenos guiones y trabajándose así de bien los aspectos cinematográficos, la línea Romance de New Sensations, independientemente de si es cierto que atrae más al público femenino, tiene vida para rato. Tras ‘Love is a dangerous game’ tenemos a Eddie Powell, director de las más que efectivas ‘Lost & Found’ y ‘With This Ring’, y a la guionista Jacky St. James ('Dear Abby'), otro buen fichaje del porno americano.


La película está bien escrita, es realmente entretenida y los personajes funcionan con estereotipos que se hacen cercanos y realistas. Y pese a que St. James y Powell utilizan trampas cinematográficas lícitas que hacen el relato más atractivo, el único y verdadero fallo que se les puede achacar es jugar demasiado rato con la posible psicopatía de Richie sin llegar nunca verdaderamente lejos, para después cerrarlo en nada. Sin duda, parte de la culpa la tiene lo ajustado del metraje, la falta de espacio para secuencias intermedias; pero el final (ya no de la historia de los protagonistas, sino de la película) no venía a cuento ni era necesario y deja un sabor agridulce.

  
Aún así, lo cierto es que pasas un buen rato. La estrella de show es Richie. Tras una buena interpretación en un papel secundario en ‘With this Ring’, ahora tiene la oportunidad de lucirse con un protagonista y no la desperdicia. Sabe jugar tanto en la comedia romántica como en el thriller y funciona a la perfección tanto en las secuencias de tensión donde se deja intuir su psicopatía, como cuando él mismo se hace el perturbado ante la hermana de Paulina, interpretada por una tampoco muy sana Kimberly Kane.


Así, quien busque comedia romántica la tendrá y con una pareja que funciona bastante bien. Y quien necesite en estas historias un punto de interés extra también lo encontrará en la película, jugando (tímidamente) con el thriller.


La película empieza muy bien con una secuencia tramposa que no será parte de la trama, sino de una novela que lee la protagonista. Una oportunidad para empezar con fuerza y regalar la primera escena de sexo entre Alyssa Brach y Xander Corvus, un número con una buena carga de sensualidad que excita mucho al principio, pero va perdiendo fuelle.


Una siempre bienvenida Kimberly Kane tiene una escena bastante convencional (para ella) con un extraño que la ataca en su cuarto, que resulta ser su novio Rocco Reed en un juego erótico de ambos que dejan a un lado entre risas. Más fuera de tono (aunque bien resuelta) es la escena que tiene Kelly Klass con su jefe, al que convence como ella mejor sabe. 


Pero el mejor número sexual es el último, entre la pareja protagonista. Mucho juego previo y, sobre todo, mucha química entre los actores hace de esta escena, entre luces y sombras, un buen colofón para la película, siempre sin salir del sexo más convencional. Y es que lo único que se le puede achacar a ésta y el resto de películas de la serie Romance es que siempre, sin excepción, nos muestre un sexo muy suave, sin fetichismos ni situaciones fuera de lo común, entre sólo dos participantes y con ese halo de lo políticamente correcto. Esperemos que algún día nos sorprendan.

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