Con 'Bikini Outlaws', lamentablemente, se confirmaron mis temores. Barrett Blade es un performer efectivo, en la media, y un intérprete que ha logrado grandes trabajos. Sin embargo, tras las cámaras, escribiendo y dirigiendo, nunca ha tenido un buen resultado. Wicked Pictures le apoya y por eso pone a un artesano más que solvente, David Lord, como director de fotografía al mando de las cámaras. Por ello, visualmente, estéticamente, 'Bikini Outlaws' no tiene apenas pegas y es una película realmente destacable. Lo malo es que en el guión Blade camina solo... y cuando pretendes hacer un producto ambicioso como es este, un mal guión sólo puede llevar al fracaso.

Y películas fallidas por un mal guión surgen a menudo, pero decepciona especialmente cuando ves que había una buena idea, una buena puesta en escena, un reparto idóneo e incluso una ejecución meritoria durante casi todo el metraje... y todo se va a la mierda cuando el guión encara su tramo final: la película no está bien resuelta y todo lo anterior ha sido una pérdida de tiempo.

Tenemos a un grupo de cuatro chicas malas que dan un golpe y se llevan una buena suma de dinero. Una vez en su guarida, alguien llama a la puerta y no puede ser nada bueno. Entonces, vemos flashbacks de cada una de ellas que nos muestran cómo han llegado a ese punto, a ir juntas, a ser rebeldes y a robar a quien han robado. Sí, Blade se cree Guy Ritchie, pero no sabe. 



El flashblack de la líder del grupo (Samantha Saint) es el que nos muestra a quién han robado la pasta y por qué están en un lío. Y cuando la película debería de haber tenido un tercer acto con un par de secuencias de acción y un final con clímax... Blade nos da un plano/contraplano y un disparo y lo termina ahí. No sé si pretendía ser sorprendente expresamente, pero lo cierto es que la película queda en nada, mal concluida y simplemente decepcionante, pese a un buen desarrollo que eleva las expectativas.

Pese a todo, es visualmente atractiva y sirve a Samantha Saint para mostrar otra faceta suya y hacerse con su primer gran personaje (aunque malgastado). La más nueva de las chicas Wicked (con permiso de Asa Akira)  hace de chica dura, dispara, golpea, amenaza y engaña, todo ello en un bikini (bueno, varios) que le sienta genial y con un trío lésbico y un hetero interracial (asiático, no soñéis aún) de por medio. No está mal.

La tenemos disfrutando de Anna Morna y Jessa Rhodes en la escena más apetitosa de la película, tras el robo, con strap-on y juguetitos para todas, pero sin atreverse a cruzar la frontera anal. Más tarde, Danny Mountain viste de colegiala a Morna para una escena bastante sosa y Teal Conrad seduce a su novio para que deje los videojuegos y se montan una escena con buen resultado en la que Conrad saca nota en la garganta profunda y luce su cuerpo en una escena con más química que la anterior.

Por su parte, Jessa Rhodes nos muestra su talento como stripper en la barra y se lo monta con un trasnochado Eric Masterson en el reservado, y Samantha Saint se tira en la azotea a un capo mafioso interpretado por Keni Styles. La verdad es que ninguna de las chicas (todas en su primer o segundo año en la industria y con pocos títulos a sus espaldas) se luce especialmente en su parte sexual, y la que más lo hace (Conrad) es la única con una sola escena.

Pero, aún así, hubiera sido una parte sexual aceptable si el conjunto hubiera tenido más sentido y consistencia. Si Blade hubiera sabido cerrar la historia tal y como pedía un filme de acción como este (no aprendió nada de sus películas con Nic Andrews), 'Bikini Outlaws' sería una de las propuestas más fuertes de esta temporada y hubiera dejado atrás su etiqueta de director de segunda. Una pena.