El melodrama, esas historias cotidianas y familiares que no encajamos en ningún género e intentan apelar a nuestros supuestos sentimientos e interés por la vida de los otros, es, posiblemente, el peor vehículo para una película porno. No porque no podamos situar una escena aquí o allí, o incluso hacer del sexo el motor de la historia, sino porque cuando el sexo llega ya hemos perdido el interés por la historia. Pues 'The Preacher's Daughter' es uno de esos melodramas, uno de esos telefilmes que vemos sin prestar mucha atención un sábado por la tarde.
La historia es sencilla: la hija del predicador del pueblo (Mia Malkova) se enamora de un chico malo (Xander Corvus), y su padre (Brad Armstrong) la intenta alejar de él porque es una mala influencia. Ya os podéis imaginar muchas de las secuencias de la película, ya lo hemos visto muchas veces. Es cierto que la cosa se pone interesante virando un poco hacia el thriller al final (porque el padre tenía razón), pero para entonces ya llevamos unas dos horas y media de metraje.
Dos horas y media (que acaban siendo tres) que, junto a la historia de la joven hija del predicador, dan cabida a varias escenas de sexo, claro. Un sexo, como siempre en Wicked, bien ejecutado y rodado; pero, como muchas veces en Wicked, repetitivo, sin riesgo, algo carente de morbo, una serie de escenas de parejas. Funciona bien y seguro que era difícil encajar escenas más intensas o con más participantes en la trama; pero lo cierto es que a la película le hubiera venido bien algo más de fuerza en general.
Mia Malkova, la protagonista, está preciosa y
totalmente encantadora en cada uno de sus planos, sólo por
disfrutar de ella vale la pena ver la película. Y se quita la ropa en tres
ocasiones: primero, ensayando con su amiga Blair Williams (momento que más
tarde recordará masturbándose en su cuarto en una escena
muy sensual); luego, estrenándose con Xander Corvus en el
campo y, finalmente, pidiéndole a Corvus un polvo algo más
duro para aprender más. Tres escenas en las que Mia luce todo su encanto.
Durante este viaje de descubrimiento sexual, también vemos follar al predicador (primero con su mujer, Alexis Fawx, y luego con una prostituta, Mercedes Carrera) y a Corvus, que se tira a una ex, Jessa Rhodes, y a la misma prostituta que su 'suegro'. Es en estas escenas sin Mia donde se echa de menos un poco más de fuerza, de morbo, del interés que no tiene la trama.
Pero hay que ser justos. La película está espléndidamente rodada, escrita con mimo, bien interpretada, tiene buenas localizaciones, un buen desenlace... es, técnica y artísticamente, una buena película fruto de la madurez de un realizador como Brad Armstrong. El único problema es que nos cuenta poco, que cuenta una historia pequeñita, un conflicto mínimo, en una película de tres horas.