Cada temporada se espera de Brad Armstrong una gran obra
merecedora del premio a la mejor película del año. Tras ver
'The Preacher's Daughter', anunciada como su gran estreno del año,
esa esperanza quedaba truncada. Por eso 'DNA' fue una grata sorpresa. Y es que
se trata de una película bien escrita, con una trama interesante y una
dirección y producción que aprovecha muy bien sus
recursos para brindar una buena película de ciencia ficción.
La trama, por sí sola, ya es atrayente. Una
empresa posibilita, a partir de una muestra de ADN, fotografías
y algunos datos más, crear un clon exacto de un ser querido fallecido para
que puedas pasar con él 72 horas más. El negocio idílico
se trunca cuando algunos clones empiezan a 'morir' antes de sus 72 horas, otros
viven más de lo esperado y al último clon entregado (Asa Akira)
le llega un flash de su 'otra vida' de que el hombre con el que ha vuelto y que
ha pagado para revivirla fue quien la mató.
Con sobriedad tras la cámara y con un exceso de blanco nuclear
en los escenarios, Armstrong va desgranando bien la trama, planteando claramente
el universo del filme para luego (quizá un poco tarde) iniciar el conflicto
del clon de Asa Akira, un clon distinto al resto que, pese a su crisis existencial,
tiene dos escenas sexuales sin falta de juego anal: una con su marido (Small
Hands) antes de recordar y más tarde con Jessica Drake, una de
las dirigentes de la empresa de clones.
Tampoco pierden el tiempo otros clones como Tommy Gunn, con
su reencontrada esposa Chanel Preston, ni Abigail Mac, que disfruta de su novia
Vanessa Veracruz antes de entrar en fallo absoluto. Y, por su parte, el dueño
de la empresa (Brad Armstrong) seduce a unas inversoras (Courtney Taylor y
Cristi Ann)
Y su compañera (Jessica Drake) hace lo mismo
con Ryan Driller y Eric Masterson, que prueban en sus carnes de lo que es capaz
sexualmente un clon. Y es que Drake les ofrece a los clones Abella Danger y
Scarlet Red, y Abella prueba el anal mientras Drake se da a la doble penetración.
Armstrong se recrea en la explicación de todos
los detalles de los clones (quizá demasiado) y mete algunas escenas
de relleno que llevan el metraje a las tres horas. Pero también
se sume en la ciencia ficción con el personaje de Asa
reflexionando sobre su existencia al enterarse de que es un clon o con un epílogo
que lleva su tecnología un paso más allá. Con todo
ello, nos trae una película bien hecha y lo suficientemente atractiva como para
situarse en esa estantería en la que colocamos las películas
que pueden competir con méritos por el premio a la mejor película
del año.
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