James Deen ha cerrado su antología sobre los pecados capitales con un tour de force sexual dedicado a la ira. De nuevo, un filme crudo, directo, inquietante y extenuante para dar su visión del pecado capital que más le ha costado abordar, puesto que siempre ha asegurado que el sexo duro y con toques de violencia no es algo malo para él.

Para ello ha creado un personaje (interpretado por él mismo) consumido por la ira que necesita un estímulo constante para reconducir su rabia interior. Y lo hace, nada más abrir el filme, golpeando hasta la inconsciencia a Danny Wylde; una paliza que presencia una pléyade de mujeres desnudas ávidas de esa rabia en forma de sexo.

Y Deen no las defrauda. Lo que viene después de la paliza es un reverse gangbang de hora y media en el que James no escatima en orales profundos, bofetadas, empujones, spitting, tirones de pelo y fuertes embestidas en distintas y variadas posturas, una violencía sexual que parece excitar más y más a las chicas.

La cámara se mueve lentamente por un frío y sórdido almacén plasmando la orgía con planos largos y generales de la escena, intercalando contados planos de detalle de los orales y las penetraciones. Pese a los evidentes cortes, en ocasiones tienes la sensación de estar viendo el gangbang en plano secuencia, lo que le añade intensidad y tensión a la escena, potenciada por la inquietante banda sonora de Danny Wyld.

El personaje de Deen controla en todo momento la escena mientras va follándose una a una o a pares a todas esas chicas ávidas de ira sexual. Con inesperada ausencia de anal y estudiada ausencia de látigos y otros juguetes sexuales, Dani Daniels, Carmen Caliente, Carmen Callaway, Delilah Davis, Janice Griffith, Sadie Santana, Vyxen Steel, Jessica Ryan y Trinity St. Clair pasan por su manos, su boca, su polla y sus pies recibiendo sexo intenso sobre el suelo, contra la pared o sobre alguna de sus compañeras.

Con ausencia de trama (que no de ambientación o personaje), Deen cierra de forma intensa y magnífica su heptalogía sobre los pecados capitales creando, en conjunto, una obra destinada a perdurar y pasar a la historia, una obra maestra sobre los pecados capitales a través del sexo que, por derecho, le debería proporcionar a Deen el AVN al mejor director por el conjunto de su trabajo a lo largo de 2014.

Conceptualmente, 'Sloth' es, junto con 'Pride', la mejor de las entregas de la saga de los siete pecados capitales de James Deen. Sin ninguna palabra, sin necesidad de diálogos ni voice over, Deen logra transmitir a la perfección el pecado capital que aborda con un relato directo, interesante y que persiste en la memoria, trabajando el concepto y sus consecuencias y dando presencia al sexo en todo momento.

Nos cuenta la historia de Lia Lor, sumida en una espiral depresiva por culpa de la indiferencia, dejadez y nulidad de su novio (James Deen), invadido por la pereza.

Tenemos a Deen y Lor en el sofá, hastiados, en primer plano. Y detrás, ocupando diferentes zonas del piso, se suceden una serie de escenas sexuales a las que Lor se va uniendo. Ella va y viene, intentando recuperar a su novio del agujero de pereza en el que se ha hundido.

Deen hace un trabajo magnífico en la dirección de esta película, combinando el plano general únicoúnico y estático que alcanza toda la estancia con planos centrados en las escenas del fondo. Pero el mayor acierto es el uso de la cámara rápida en las escenas de segundo plano mientras, en el sofá, todo ocurre con desesperante lentitud.

Lor, que nos muestra su hastío por la vida en el primera escena en el baño, intenta buscar en su novio un atisbo de vida, pero no lo consigue. Incluso llega a masturbarle, chupársela y hacerle un footjob, pero todo es inútil.

Es entonces cuando decide unirse a una pareja que ha entrado en el piso, Toni Ribas y Amanda Tate, que follan en el margen izquierdo del piso. Se trata de una buena escena de gemidos contenidos en la que el español se las folla a las dos en diversas posturas y logra con su mano un squirt en ambas.

Sin dar a su novio por perdido, Lor vuelve al sofá, pero Deen sigue impasible. Sólo se acomoda de vez en cuando para seguir tirado en el sofá. Mientras, entran en el piso Jennifer Dark, Michael Vegas y Seth Gamble, que se ponen a follar en el margen derecho, y Dane Cross, que va hasta el sofá y, también en cámara rápida, se folla a Lor ante la impasividad de Deen y la impotencia de la chica.

Tras la fugaz visita de Cross, Lor deja el sofá y se une al trío del segundo plano. En una escena satisfactoria, pero que podría haber sido algo más enérgica y caliente, los cuatro se van combinando hasta la corrida final en las bocas de las chicas.

Lor hace un último intento de acercamiento a su novio en el sofá, donde sólo encuentra pasotismo e indiferencia. Triste, rememorando su pasado en fotos, recibe a su lado a Seth Gamble, que le da comprensión y cariño mientras Deen sigue tirado en el sofá. 

Comparten vino y risas, y juntos se ponen a ordenar el piso, un desastre de dejadez durante toda la película. Y ambos acaban follando en el margen izquierdo de la sala en una escena algo más íntima que las anteriores, pero bastante convencional, después de que la otra pareja abandone el piso. Lor muestra en esa escena la felicidad que le ha faltado durante toda la película, simbolizando su salida del pozo.

Tras el polvo, en otro acierto por parte del director, poco a poco (atención spoilers) Deen va desapareciendo en el sofá al tiempo que Lor sale de su pozo y se acerca más a Gamble. Ante la mirada de lástima de su novia, Deen desaparece por completo sumido en la pereza y Lor sale del piso con Gamble, que le abre la puerta cegándola por unos segundos con la luz exterior.

Deen logra un aplauso con este final, al tiempo triste y esperanzador, y un desarrollo muy bien estructurado y realizado, economizando los planos y jugando con las velocidades y las acciones en segundo plano. Con piezas como esta, Deen hace todavía más puntos para convertir su saga de los pecados capitales en obra de culto y para ser merecedor con más razón del premio al director del año. Sólo falta ver cómo remata la saga con la entrega dedicada a la ira para ver si '7 sins' termina siendo la obra maestra que va camino de ser.

James Deen decidió afrontar el quinto de sus pecados capitales, la envidia, desde un punto de vista femenino y, relegándose a sí mismo a un simple papel secundario sexual, puso al frente del proyecto a Chanel Preston, actriz que rara vez decepciona. Logró, gracias a ella y a un guión simple pero estudiado, una nueva entrega de su saga que sigue dejando el nivel realmente alto.

Channel es una mujer casada y sin hijos que lleva una vida modélica en un barrio resindencial. Pero noche tras noche espía a través de la ventana los momentos sexuales de su vecina adolescente (Chloe Foster). ¿Simple curiosidad o pura obsesión?

En este caso, lo que Chanel envidia es el deseo que despierta la adolescente Chloe Foster en los hombres: su juventud, su magnetismo, su piel... y tras muchas noches mirando por la ventana y recibiendo la indiferencia de su marido, la ama de casa perfecta cocina unas galletas que sedan a Chloe para poder secuestrarla.

Como ya hizo en 'Greed' y en 'Pride', Deen nos muestra el pecado en el cuerpo de una psicópata, que tras secuestrar a Chloe la someterá en su sótano a sus más ardientes pasiones hasta quitarle todo aquello que envidia.

Saltando hacia delante y hacia atrás en el tiempo, vamos viendo los puntos clave de esta espiral de envidia en la que se ve sumida Preston. 

La vemos espiando dos noches de sexo de su vecinita, ambas con James Deen. Dos polvos que vemos a través de sus ojos, en la distancia a través de la ventana, en los que la jovencita Chloe es masturbada y follada en múltiples posiciones. 

Es cierto que las escenas (sobre todo la primera) a través de la ventana se hacen largas por la monotonía de planos; pero nos muestran ese objeto de deseo en la distancia, caliente e inalcanzable, que Preston admira sin poder tener y que llega a su punto crítico cuando Chloe corre las cortinas y Preston, totalmente cachonda, busca sexo en su marido, al que acaba masturbando sin que se despierte.

Pero Preston revela su verdadera cara tras el secuestro. Y es que tras explicar claramente a Chloe la envidia que la corroe, la somete haciendo que le coma el coño en diversas posiciones mientras la tiene atada de manos en una excitante escena en la que Preston demuestra que nadie puede resistirse a ella.

Pero el plato fuerte llega al final. Y es que Preston necesita arrebatar a Chloe el poder que tiene sobre los hombres, sentirse tan deseada como ella. Así que tras ver como tres hombres le follan la boca a la rubia, cada uno de ellos va pasando entre sus piernas hasta olvidarse de Chloe.

Uno por uno, Deen, Tommy Pistol y Dane Cross sacan la polla de la boca de la adolescente y se van turnando para follarse y comerle el culo y el coño a Preston. Y cuando los tres ya han pasado por ella, la última pareja se convierte en un trío y, poco después, los tres hombres se están follando a Preston abandonando a Chloe.

Así, la película y la escena sexual se culmina con una doble penetración para Preston mientras el tercer hombre le mantiene la boca ocupada. Un cuarteto que termina con los tres corriéndose en la cara de Preston mientras, en segundo plano, Chloe mira al suelo, hundida y abandonada.

James Deen vuelve a lograr con su quinto pecado (tras 'Greed', 'Gluttony', 'Lust' y 'Pride') una muy buena película rematada con un acertado final, ya que Preston, a los ojos de la comunidad y de su marido, sigue siendo, tras el secuestro y la orgía, la ama de casa perfecta que espera a su marido tras la jordada de trabajo.