Toda gran historia merece un desenlace a la altura. Emma Marx conoció la sumisión en 2013 en una película que confirmaba a Jacky St. James como la gran directora y guionista que es y nos hizo entender en 2015, en su segunda (y fantástica) entrega, que la vida no consiste en permanecer en nuestra zona de confort, sino en ser libres, en rebasar nuestros propios límites. Todo ello ha servido para llegar a un tercer acto impactante y definitivo, la última pieza del puzzle de la sumisión de Emma Marx, en la que la protagonista se enfrenta al mayor reto de su vida y con la que Jacky St. James completa una trilogía que sólo puede ser calificada como obra maestra.

Y lo es por la profundidad (y los diferentes niveles de lectura) de su historia, por un desarrollo impecable del personaje protagonista, por el mensaje que transmite con claridad, porque gusta aunque no te vaya el BDSM, por un gran trabajo de interpretación de sus protagonistas (Penny Pax y Richie Calhoun) y por un guión lleno de detalles y una dirección y fotografía impecables. Y por lograr lo que hizo grande al cine X clásico: que el sexo sea el motor de la historia, que siempre esté presente sin lastrar la narración, que nunca se vea forzado... que estemos viendo Cine Porno, con merecidas C y P mayúsculas.

Poco se puede contar de la trama de esta tercera entrega sin caer en el spoiler; pero St. James profundiza en una relación de sumisión sólida y madura e indaga más en el personaje masculino, el señor Frederick (Richie Calhoun), en sus miedos y en su propios límites autoimpuestos que no se permite romper y en cómo será la alumna la que se convierta en maestra. Emma (Penny Pax) crecerá para completar su viaje y verlo truncado irremediablemente, para encontrarse desorientada y enfrentarse a un fatal desafío y descubrir quién es realmente, en quién se ha convertido.

Con el sexo, St. James sigue el mismo patrón que en la dos entregas anteriores, utilizando la relación de la hermana de la protagonista (Riley Reid) para mostrar el contraste de los dos modos de vida y salpicando la narración de momentos intensamente eróticos más allá de las escenas sexuales. Y si en la segunda parte los protagonistas incluyeron a otro hombre en la relación, esta vez lo hará con una segunda mujer, Aidra Fox, en una excitante escena donde será Richie Calhoun el que acate órdenes.

Antes de eso, podremos ver otra escena entre los dos protagonistas con plug anal para Penny y un caliente número entre Calhoun y la sensual Samantha Hayes mientra Sara Luvv observa sumisa en el sofá. Y nos brindará otro escenario que aún no habíamos podido ver, a Emma Marx con otro hombre en la cama (y bajo su látigo), un Ryan Driller muy metido en su papel.

Esta película fue totalmente (e injustamente) ignorada en la pasada entrega de los XBiz Awards y ha sido marginada en los AVN, cayendo en la categoría de mejor película BDSM. Habrá que esperar hasta este sábado por la noche para ver si consigue arrancar algún otro galardón a Wicked Pictures, que parece abonada a los premios lo merezca o no.

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Hace tiempo que Vivid dejó la primera línea del porno en cuanto a notoriedad se refiere; pero lo cierto es que cada año intenta sorprender con un filme argumental que deja al resto en pañales. Sin hacer ruido, la pasada temporada estrenó a última hora 'Wetwork', de Eli Cross, que se convirtió en la película del año. Y esta temporada, sin grandes alardes, ha estrenado 'Family Secrets', un pequeño thriller que bien podría considerarse la mejor película del año (a falta de ver 'Saving Humanity').

Y es que tiene todo lo que le puedes exigir: un guión interesante y bien escrito, una dirección y montaje acertados, al talentoso Elis Cross al mando de las cámaras (a veces da la impresión de estar rodada en 35 mm.), buenos performers que también saben actuar y cuatro escenas sexuales potentes, con el tono adecuado, bien introducidas, variadas y de excitación in crescendo. La película se rodó a tiempo que 'Wetwork' para ahorrar costes y, sin duda, parece que el equipo estaba en estado de gracia, logrando un filme que te deja pegado a la pantalla durante todo el metraje.

La película nos cuenta la historia de Vicky Valentine (Penny Pax), una chica que ha sido asesinada a puñaladas en la playa durante la noche. El filme empieza con el crimen, captando nuestra atención, y luego nos muestra la investigación de éste, de la que se encarga una policía (Kimberly Kane) que resulta ser la amante del padrastro de la chica (Steven St. Croix), también policía.

Uno de los grandes aciertos del filme (junto al tono oscuro y depravado, el casting y la introducción del sexo en la trama) es la estructura del guión (de Kimberly Kane y Rex Owens): Kane va interrogando en una oscura sala a los últimos que vieron a Vicky con vida y desde esa sala diversos flashbacks nos llevan una y otra vez a la noche de su muerte, al club al que fue con su amiga y a la playa donde la encontraron, mostrándonos cada vez un punto de vista y una verdad distinta y acercándonos más al verdadero motivo y al autor de su muerte.

Una serie de flashbacks bien montados y con el tono adecuado que se refuerzan con buenas actuaciones (Pax está estupenda y muy natural, los tres chicos -Calhoun, Wylde y Pistol- realmente inquietantes y Kane y St. Croix muy sólidos fuera de los flashbacks) y con tres escenas sexuales muy calientes, variadas y bien introducidas en la trama.

Hay un poco de todo en la parte sexual. Se abre con una escena intensa pero deliberadamente fría entre dos personajes desconocidos (St. Croix y Kane), que tras el polvo vemos que son amantes, que él está casado (con Kylie Ireland, un gran acierto situarla de madre de Pax, en la escena en la que está durmiendo hasta las confundí) y que ella no está contenta con la situación, de ahí la mezcla de frialdad y pasión de la escena.

La temperatura sube en los flashbacks, que se inician con un buen lésbico en los baños de un pub entre Claire Robbins y Princess Donna, donde la primera es acorralada contra el espejo y arrasada por Donna hasta dejarla exhausta contra el lavabo y marcharse por donde ha venido.

Penny Pax es la protagonista de los dos polvos restantes. Primero con Tommy Pistol que sabe salir perfectamente de la comedia cuando es necesario y resulta bastante creepy. Tras pasar por la playa, acaban en un motel donde Pistol hunde su cara en el culo y la impoluta entrepierna de Pax y acaba follándosela cabeza abajo y recibiendo un footjob en diversas posturas.

Pero Pax reserva el plato fuerte para el final, con un trío con Richie Calhoun y Danny Wylde, bajo las luces de colores de la sala de baile. La pequeña Pax se hace cargo de los dos chicos sin problemas, ocupada por todos lados, y acaba en el suelo haciendo un estupendo anal con Wylde al que se une Richie para la doble penetración.

Pese todo lo dicho, 'Family Secrets' no ganará el AVN a la mejor película. Y es que no ha sido nominada como mejor película de drama, sino en la categoría 'Best taboo relations movie' junto a varias películas insustanciales con madrastras y padrastros viciosos (no es la única buena película desubicada, 'The submission of Emma Marx 2' ha caído en la categoría de mejor película BDSM). Quizá tenga más suerte en los Xbiz, donde sí está en la categoría principal. Pero, sea como sea, estamos ante una de las mejores películas del año.

Jonathan Morgan es uno de los directores más premiados y alabados del porn valley gracias a sus comedias originales, divertidas y amables. Pero sus grandes películas y sus premios son cosa del pasado y lo que nos va brindando cada temporada desde hace años son productos mucho menos elaborados y que raramente llegan a buen puerto. 'Sexaholics' es un buen ejemplo de estos últimos.

Y no es mala por falta de talento, sino por dejadez, por ni intentarlo. Y es que 'Sexaholics' nos muestra a una chica (AJ Applegate) que acude a una reunión de rehabilitación de adictos al sexo después de fastidiarle un negocio a su mejor amiga por culpa de su ninfomanía.

Pese al argumento manido, se podría haber hecho una buena comedia, pero Morgan casi ni lo intenta. Nos va mostrando escenas sexuales que cuenta la gente en la reunión y el único punto algo divertido es un pervertido bastante freak que interrumpe la reunión de vez en cuando.

Así, Morgan confía la salvación de la película a la parte sexual y lo cierto es que, aunque no logra que obviemos la poca gracia de la comedia, si logra salvar un poco la cara con el sexo, sobre todo gracias a la enérgica AJ Applegate, que tiene tres de las cinco escenas de la película.

Tenemos a Applegate tirándose en el salón a dos trabajadores de una casa en venta que su amiga debe enseñar ese mismo día. Un buen polvo que mantiene la entrepierna y la boca de AJ entretenidas en todo momento y que nos regala un squirt de la protagonista (y no será el último).

Y es que AJ repite chorro en sus otras dos escenas. La podemos ver haciendo yoga en el jardín y tirándose al aire libre a Richie Calhoun, que pasaba por ahí, y luego follándose un compañero de la reunión (Ryan McClane) tras una especie de enamoramiento fortuito; dos escenas con la habitual entrega de Applegate que tienen buen resultado.

De las otras dos escenas, me está costando acordarme, y eso que vi ayer la película. Tenemos a Dava Foxx ocultando a su amante mientras su marido aún está en casa y tirándoselo en cuanto tiene ocasión. Si os gusta Dava, quizá os guste la escena, pero es la peor de la película.

Y otra Foxx, en este caso Shay, protagoniza una escena MILF bien planteada, pero es que ella no me acaba de gustar. Aún así, sus fans podrán disfrutar con su trío, que incluye a su hija (Mandy Muse) y al amigo de ésta, Van Wylde. Madre e hija hacen pasar un buen rato al chaval, que no puede ni creerlo.