Tras ver los buenos resultados de Mills y Allan en sus series lésbicas para Girlsway, me llamó la atención su paso al porno hetero con la nueva firma de la compañía, Pretty Dirty. Y su estreno fue 'Sugar Babies', una película dividida en cuatro capítulos sobre los peligros de jugar con tu cuerpo por dinero sin evaluar qué puedes perder y en quién puedes confiar.

Todo empieza cuando Jade Nile ve que su amiga (Penny Pax) tiene problemas para pagar sus estudios y le pone en contacto con una pareja que busca una sugar baby, una jovencita que les satisfaga sexualmente a cambio de que le paguen sus facturas. Penny acepta, pero lo que parece un buen trato se torna una pesadilla, un malsueño que también acabará viviendo la propia Jade.

Y es que tenemos dos historias, la de Penny y su solución económica y, a partir del tercer capítulo, la de Jade y la avaricia que se vuelve contra ella. La verdad es que hubiera funcionado mucho mejor mezclándolas, ya que ambas duran dos episodios, ya que tal y como está montado pierde fuerza el conjunto. Pero las dos historias tienen su moraleja y son sexualmente potentes y morbosas. Y es que su mejor baza es que logra que cada una de las escenas nos atrape con su propio morbo, con su propio tabú.

El mejor número es el que tiene Pax bajo la tutela de James Deen y Chanel Preston, el matrimonio que requiere su compañía. Es una escena potente e intensa en la que Pax no da abasto con la pareja, ávida de someter a Pax con orales profundos, sexo anal y una doble penetración cortesía del strapon de Chanel. Y al volver a casa, el novio de Pax (Jessy Jones) la ata como venganza y mientras la insulta se folla ante ella a Jaclyn Taylor.

Y por su parte, Jade quiere complacer al hombre que la mantiene (Xander Corvus), que ahora le exige una virgen. Y Jade le lleva a su hermanastra de 18 años (otros que no se atreven a que el personaje sea su hermana carnal de 16), Rebel Lynn. Primero la inicia en el sexo lésbico en su habitación y luego la comparte con Corvus en otra buena escena donde la jovencita es el centro de atención. La historia de Jade y Penny, más allá de su conversación inicial, no se une más que por una llamada al final, por eso hubiera funcionado mejor mezclando las tramas. Pero la moreleja queda clara: si juegas con fuego, sin duda te vas a quemar.

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Tras ver su buen trabajo en la dirección junto a Bree Mills (‘The Turning’, ‘Missing’), me decidí a ver un trabajo en solitario del fotógrafo convertido en director Stills by Alan. Y esta miniserie de tres episodios sobre magia y fantasmas me pareció una buena oportunidad. Y la oportunidad estaba ahí, pero Alan no la supo aprovechar.

Pero su mayor fallo no es la dirección, que aborda bien solo, ya que seguramente es él el que logra ese buen acabado en sus otros trabajos; sino en el guión, donde parece que debe ser Mills la mano con talento. Y es que tenemos a una bruja wiccana que quiere que una chica que puede ver fantasmas la ayude a reencontrarse con su novia, también bruja y fallecida durante un ritual. La idea está bien, pero es que eso es todo. El planteamiento es toda la trama. Tres capítulos sin ningún conflicto para contarnos lo que justito daba para un episodio.

Pero cada capítulo tiene su escena sexual y esa era la cuestión. Son tres escenas lésbicas sin nada que destacar en especial más allá del cuerpo de las propias actrices. Tenemos a Dahlia Sky y Charlotte Stokely en un flashback, a Dahlia con Samantha Hayes para recuperarse de hacer magia, y finalmente a las tres chicas juntas tras el reencuentro. Tres escenas bonitas, pero olvidables, como la serie en general.

Los cuentos clásicos siempre son una buena base para una historia y si se les da un giro y se adaptan con algo de ingenio suelen funcionar a la perfección. Bree Mills y su ya inseparable Stills by Allan han querido llevar a su perverso universo lésbico el cuento de la caperucita y han logrado una película que, sin destacar mucho en su catálogo, resulta un buen entretenimiento lésbico-festivo.

Como es de imaginar, aquí los lobos son metafóricos y con las tetas más grandes que los colmillos, las abuelas son MILFs no muy inocentes y caperucita es más salvaje que en el cuento. Pero salvo el origen de la chica (aquí va en busca de su abuela tras haber sido abandonada de niña por su madre, recogida del bosque por una agente de servicios sociales y haber huido de una casa de acogida con una malvada traficante de personas), el resto del cuento sigue igual.

Tenemos a una loba (Abigail Mac) que engaña a Little Red prometiéndole convertirla en modelo y la deja custodiada por Fox (Penny Flame) mientras ella se va a casa de la abuela (Kendra Lust) haciéndose pasar por su nieta desaparecida. Y todo ello (y lo que viene después, con Caperucita escapando, llegando a casa de la abuela y confundiéndola con la loba) lleva a unas cuantas escenas lésbicas a la que les hubiera venido bien algún juguetito, un toque fetish o algo de squirt para no caer en la monotonía.

La que se lleva la mejor parte es Little Red, que se tira a su madre de acogida (Jelena Jensen), a Penny Flame y otra de sus víctimas (Shyla Jennings), a la loba Abigail (que previamente ya se ha tirado a la abuela, Kendra Lust) y de nuevo a la lobita hasta la extenuación junto a su abuela y a la de servicios sociales, April O’Neil, que vendría a ser el cazador.

Como he dicho, el sexo podría haber sido mejor y la película no es de los mejores trabajos de Mills y Allan, pero es una buena y caliente adaptación de un cuento que nos enseña que no coger siempre el camino habitual nos hace vivir más aventuras.

No sé si Mills y Allan lo anunciaron tal cual, pero ‘Missing’, aunque se puede ver como serie independiente, es la tercera parte de una gran historia que empezó con la intensa y húmeda 'The Turning' y que siguió (sin que pareciera una secuela en absoluto) con la agridulce 'Project Pandora' (cuyo final tiene, ahora, más sentido). ‘Missing’ une las piezas que dan sentido a toda la historia aportando una nueva trama y algunos de los mejores momentos sexuales y argumentales de la, hasta el momento, trilogía lésbica.

Aquí, Riley Reid es una periodista venida a menos que investiga para un pez gordo (Kendra James) la desaparición de varias mujeres, secuestros conectados por una especie de secta lésbica que actúa en contraposición al duro clima de represión moral y política contra el lesbianismo.

Reid cumple en su papel protagonista llevando la investigación bajo la batuta oculta de James, que gana enteros a medida que avanza la película y conquista en el tramo final, cuando la vemos disfrutar con sus esclavas en un sótano digno del peor manicomio.

La verdad tras las desapariciones se va destapando al ritmo adecuado y la investigación va dejando buenas escenas lésbicas como la de Reid y Reena Sky (que ya ha calentado previamente con Karla Kush), la masturbación de Reid mientras lee sobre el affair de Karlie Montana y Sara Luvv (que también vemos).

Y la cosa se calienta con el trío paranormal entre Reid, Kush y la siempre seductora Allie Haze; preludio de otro trío con un tono muy distinto entre August Ames, Kendra James y Kenna James en la bañera.

Pero todo ello es sólo calentamiento para la estupenda orgía final en la que Reid se ve envuelta al final con  August Ames, Cassidy Klein, Karlie Montana, Kendra James, Kenna James y Sara Luvv en el sótano de Kendra, que también participa. Una orgía muy húmeda y carnal que recuerda en ciertos momentos a las del porno clásico y supone una de las mejores piezas sexuales de esta serie en tres tramos de Girlsway.

La historia se desarrolla con buen ritmo y sin dejar en ningún momento el tono de thriller psicológico, un terreno en el que Mills y Allan se mueven cómodos, y aún más cuando cruzan el límite con situaciones tensas con personajes desquiciados que acercan más el filme al thriller de terror. Aunque aún les falta rematar mejor sus finales, es posiblemente, el mejor trabajo de esta pareja de realizadores.

Bree Mills y Stills by Alan me dejaron muy buen sabor de boca con la intensa 'The Turning' el año pasado. Así que cogí 'Project Pandora' con muchas ganas. Y lo que encontré fue otra historia de lesbianismo con cierta ironía moral llevada a cabo con personalidad y un estupendo reparto femenino.

Y es que tener en la primera escena sexual a Mia Malkova y Abella Danger es empezar muy bien; y si luego resulta que son las versiones jóvenes del pasado de Cherie Deville y Mercedes Carrera, pues mucho mejor. Y ya ni te cuento el morbazo de ver cómo Deville se lo monta con su versión joven y su amiguita.

Deville también se lo monta con Mercedes rememorando el pasado y con la jovencita Jenna Sativa entre trauma y trauma en una historia que aparentemente va de la aceptación de la propia sexualidad, pero que deriva en un complot lésbico a escala nacional.

Y es que la historia de la ama de casa insatisfecha torturada por una relación lésbica de 15 años atrás que es chantajeada para salir del armario se les va un poco de las manos hacia el final, cerrando con un epílogo algo confuso que te deja un sabor agridulce y hace que, si miras atrás, veas que sus cinco capítulos cuentan bastante poco.

Como en 'The Turning', siguen siendo flojas las escenas de diálogos y todas aquellas 'no de género'; pero hay que destacar el buen tono de thriller psicológico/paranormal de algunas escenas que recuerdan (salvando las distancias) a algunos trabajos del gran Paul Thomas. Pero Thomas hubiera hecho una gran película con esta trama, y Mills y Alan hacen una serie con buenos puntales, pero que no acaba de convencer.