A Robby D. le ha sentado bien el cambio de rumbo de Digital Playground. Tras años de peliculillas menores sin fuste y grandes producciones con buen resultado pero con un modelo desgastado, la renovación interior de la compañía le ha dejado con menos volumen de trabajo; pero ha hecho que su nueva producción, 'Bikini Bang Bang', sea un proyecto exitoso, atractivo y con estilo que hace que sigamos creyendo en el innovador realizador que trajo, hace una década, filmes pequeños pero con personalidad como 'Beat the devil', 'Contract Star' o 'Repo Girl'.

En 'Bikini Bang Bang', las chicas de contrato de la compañía han sido sustituidas por las jóvenes Kiera Winters, Rilynn Rae y Sienna Day, tres amigas que harán lo que sea para rescatar a su mejor amiga (Chloe Foster), secuestrada por los tipos que mataron a su novio por un tema de drogas.

Robby D. nos hace avanzar con un guión sencillo, pero muy bien estructurado y lo viste con una realización moderna, muy televisiva y que juega muy bien con los escenarios, todo ello rematado por un estupendo montaje videoclipero de Kurt Tortcher. Así, pese a tener más de una escena sexual de relleno, la historia avanza con muy buen ritmo e interesando al espectador, tanto por la intriga y la acción como por el atractivo de las imágenes.

Funcionan a la perfección las escenas de la playa, relajando el ambiente antes del momento clave (el asesinato de Xander Corvus tras el polvo con Foster); las chicas armándose y haciéndose con el dinero para el rescate... y, en general, todas las secuencias a lo MTV repletas de chicas guapas y un estilo desenfadado.

Y es que el casting es otro gran acierto de la película. Y no sólo por prescindir de las contract girls de siempre, sino por la variedad de perfiles que tiene. La fina, rubia, delicada, pequeña y natural Chloe Foster, a la que habrá que seguir de cerca. La alta, morena y risueña Rilynn Rae, a la que ya pudimos ver lucir en 'Wanderlust'. La novata y muy bien siliconada Sienna Day y la muñeca morena llegada de la península del lésbico Kiera Winters. Y, para rematar, la pasional y neumática morenaza Romi Rain, todo un recital de pasión.

Es cierto que todas las escenas son hetero y de parejas y que algunas como la inicial de Sienna Day con Tyler Nixon y la de Rilynn Rae con el camarero Chad White son de puro relleno. Y no es menos cierto que Robby D. deja pasar la oportunidad de mostrar una buena orgía en la piscina del malo, repleta de chicas espectaculares que sólo se pasean en bikini. Pero las escenas sexuales, aunque muy convencionales, funcionan.

La escena más potente es de la de Romi Rain y Ryan Driller en el casino ilegal, sobre todo por el ambiente y la entrega y voracidad sexual de la chica. Pero también merece la pena ver a la pequeña Kiera Winters jugando con la polla de Tommy Gunn, el largo cuerpo de Rae cabalgando en la cocina, los saltitos de las pequeñas tetas de Foster o las embetidas que recibe Sienna Day mientras se sujeta las piernas junto a la cabeza.

Al final, 'Bikini Bang Bang' resulta una película atractiva y satisfactoria cuyo estilo y trío protagonista (muy liderado por Rilynn Rae, la chica con más personalidad del reparto) te hacen querer una secuela o, incluso, que hubiera sido una serie. Un buen reinicio para Robby D. en la nueva etapa de DP liderada por James Jakodema.


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La palabra wanderlust hace referencia a esa pulsión que nos incita a movernos, a cambiar de ambiente, a conocer sitios nuevos, a aventurarnos a lo desconocido. Y, en el fondo, es de eso de lo que habla esta nueva película de Stormy Daniels, de eso y del desconcierto que supone dejar de ser adolescente y no saber cuál es tu sitio, aun teniendo claro que tu casa no lo es.

Esa sensación de felicidad miedosa que da hacer caso a esa pulsión la representa Daniels en una estupenda secuencia en un tren con la protagonista de la cinta, Rilynn Rae; una escena que, al verla, parece más propia de directores como Graham Travis que de Daniels, abocada al entreteniemiento y, últimamente, en horas bajas.

La película cuenta la historia Riley (Rilynn Rae), que huye de una casa con un padre maltratador y de una relación sin futuro con un delincuente menor y se dirige a Los Ángeles esperando encontrar su sitio. Aunque hace bien su papel de postadolescente miedosa rebelde (sí, se pueden ser las dos cosas), Rilynn no es la que más destaca interpretativamente, dejando ese hueco a los personajes masculinos interpretados por Steven St. Croix y Richie Calhoun, veterano y novato, respectivamente, que lo bordan en cada papel que interpretan.

Se trata de un drama serio, maduro y medido, escrito con mimo y buen ritmo, que ni decae ni se acelera. Daniels (también autora del guión, como casi siempre en las películas que dirige) sabe llevar la historia por un camino bastante realista y creible y, a la vez, introduce bastante bien las escenas sexuales de modo que encajen en la historia y no la interrumpan. 

Una de las escenas más intensas la protagoniza el padre de la protagonista, Steven St. Croix, con Brandi Aniston mientras en la habitación contigua Riley les oye follar. Steven demuestra que también sigue en forma en la cama, follando con Aniston sin perder el aliento y masturbando el culo y el coño de Brandi mientras ella (experta en poner cara de guarra) pone en marcha su garganta profunda.

Antes, James Deen ya ha abierto bien la película con Rilynn tras un alegato pro condón muy bien metido (Wicked es el abanderado del uso del condón en el porno americano). Y a Ryleen la podemos ver de nuevo al final con Richie Calhoun en un polvo con menos química que el primero.

Dani Daniels y Lyla Storm juegan ante una webcam por la que el espectador está mirando y, hacia la mitad de la película, Bailey Blue y la tremenda Christy Mack se montan unas estupendas dobles parejas a las que sólo le falta un poco de juego conjunto.

Y tras el sexo y todo el embrollo, cuando se acerca el final y parece que Stormy Daniels la va a fastidiar (como hacen muchos) con un tercer acto y un clímax demasiado corto y precipitado, esa brevedad resulta perfecta gracias a la valentía de darle a la película el final que requería. Es cierto que un verdadero tercer acto más trabajado le hubiera dado más empaque a la película; pero la verdad es que encaja en el estilo de Daniels, a la que (casi) nunca le ha gustado hinchar sus películas para pretender ser más de lo que son. De lo mejor que ha hecho Wicked Pictures esta temporada.