Roberto Valtueña sigue decidido a virar su filmografía hacia terrenos más amables que antaño, dejando atrás el suspense (con lo bien que puede funcionar en productos serializados para internet), la acción y las tramas oscuras que le encumbraron con 'The Gift' y las dos partes de 'Mundo Perro'. Así, tras la tragicomedia costumbrista de 'Hasta que el sexo nos separe', se ha decidido a viajar hasta la comedia coral.

En esta película, estrenada a principios de este año, el guión corre por cuenta ajena. El autor es José Trabajo (guionista ocasional en 'Aquí no hay quien viva' y 'Qué vida más triste') y nos presenta las historias de varias parejas que se entrelazan (unas más que otras) durante un fin de semana en un resort donde hay de todo menos descanso. Y Valtueña hace un buen trabajo con este texto, filmando con su cuidado habitual una historia a la que sabe dotar de un tono distendido, joven y actual; lo que hace que en el recuerdo parezca tener menos empaque que sus anteriores trabajos.

Las historias más interesantes son la relación de amistad de Lara Tinelli y Carol Vega, en la que la primera siente algo más que una amistad aunque la otra ni se de cuenta, y la relación basada en el sometimiento entre Max Cortés y Sara Class, muy bien narrada para mostrarnos esta bipolar relación en la que Class da tanta caña como le gusta recibir, con un juego de cambio de roles que es una delicia para en espectador.

La mayor parte de la comedia y el enredo queda para la accidentada y desastrosa cita a ciegas entre Didac Durán y Samia Duarte, realmente divertida en su papel de dicharachera y despreocupada chica ilusionada. Más atrás en interés y diversión quedan la pareja sumida en la monotonía que encuentra un nuevo camino (Cristian Frey y Angelica Castro) y la de los dos trabajadores del hotel (Ginger Hell y David el Moreno). 

Las historias se muestran entrelazadas desde su llegada al hotel, usando unos intertítulos para pasar de una habitación a otra que, al final, llegan a ser excesivos y a estorbar en el montaje paralelo de escenas (sexuales y argumentales) tras la primera media hora. Funcionan muy bien para situarnos a todos en cada rincón del hotel, pero luego se hacen innecesarios como introducción a cada porción de escena.

Y pese a la diversión y los distintos roles que nos muestra cada pareja, lo que es el puntal de la película, el reparto coral y las historias entrelazadas, es también el principal fallo del guión. Cuando las historias paralelas son tres, éstas se pueden combinar a partes iguales basándose en un punto común, en este caso las distintas relaciones de pareja. Sin embargo, con cinco historias entrelazadas (10 personajes) es necesaria una columna vertebral, una historia central que capte el interés y en la que las otras se entrometan en mayor o menor medida.

La historia de la cita a ciegas entre Durán y Samia Duarte parece ser esta historia central; pero no tiene el suficiente protagonismo, tiempo y fuerza, quedando diluida entre las otras, sobre todo entre la relación sadomasoquita entre Max Cortés y Sara Class y la amistad especial de Lara Tinelli y Carol Vega. Y luego tenemos a la gerente del hotel, Dunia Montenegro, muy divertida en su papel de borracha pasota, pero también desaprovechada, pudiendo haber dado mucho más juego.

Por desgracia, Dunia sólo ve el sexo pasar, sin tomar parte; pero, por suerte, sexo no le falta a la película. Las mejores escenas sexuales son las de Max y Sara y los lésbicos de Lara y Carol. Max somete a Sara con pinzas en los pezones, la lengua y los labios del coño, con látigos, asfixia, cuerdas, cera de velas y humillación, placer sadomasoquista combinado con sexo duro de toda la vida en el que incluso participa la sirvienta, Ginger Hell. Y así como Sara lo borda en su papel de novia despótica e insoportable que tiene a su chico sumiso y callado, está increíblemente potente cuando le toca ser sometida al caer el sol.

Y Lara y Carol (las dos también muy bien en sus papeles) muestran una química irresistible y turbadora en sus escenas lésbicas, realmente excitantes todas ellas; desde el caliente juego bajo la ducha hasta la explosión de la tensión sexual en la piscina, pasando por el masaje que termina en fistfucking para Lara en el spa. Su historia es la más bonita y competa y su química se nota tanto dentro como fuera de la cama, aunque se echa en falta más comedia en sus escenas.

Al final, Valtueña nos ofrece una caliente (pero brumosamente fotografiada) orgía con Tinelli, Hell, Vega y un montón de personas más con máscaras de carnaval, con corrida final de todos en el cuerpo de Carol Vega, inundada de manos y pollas. Hell y Moreno follando en sus ratos libres en la suite; Angelica Castro y Frey buscando fetiches (tríos, ropa femenina para él, sexo en público), y Duarte masturbándose, follando con el hombre equivocado y redefiniendo el lavado de dientes completan la parte sexual de la película.

Con todo, se trata de una película entretenida, amena y realmente disfrutable que aguanta una revisión mucho más que 'Hasta que el sexo nos separe', cuyas carencias se hacen más evidentes al volver a pensar en ella tras un tiempo. Se nota el trabajo que tiene la cinta detrás y el esfuerzo a nivel interpretativo y técnico para hacer un filme argumental hoy en día en España, donde esto parece algo desfasado e inútil. Y para próximos proyectos, sólo hay que fijarse en el buen resultado de la escena con Max Cortés, Sara Class y Didac Durán en la que la trama parece virar hacia el cine de terror. Por ahí, Valtueña me tendría ganado.