Es una pena cuando la falta de ambición o de dedicación echan a perder buenos proyectos. Y es que 'Skip Trace' tenía todos los elementos para convertirse en una gran película: una historia sobre dos rubias y atractivas cazarrecomensas (Jesse Jane y Riley Steele), un director más que solvente como Robby D., un look moderno, una buena caracterización de personajes y un guión fluido y con ritmo. Sin embargo, la película se queda en sólo eso, fachada, ya que termina tras plantear varios conflictos sin un tercer acto, sin emoción, sin resolver nada.
Es posible que ese final pobre que echa a perder la película se deba a que Digital Playground haya querido (aunque no hay noticias de eso) dividir en varias partes la película como hizo con 'Sex & Corruption' y le falten el verdadero nudo de la historia y el desenlace o, al menos, un tercer acto que te deje un buen sabor de boca. Pero la verdad es que, sea como sea, la película crea espectativas para decepcionarte irremediablemente.
Y es que el inicio es más que prometedor. Tras una buena escena de sexo entre Marco Banderas y Holly Michaels, Jesse y Riley irrumpen en el piso del español y le detienen en una buena secuencia de acción que hace que esperes que 'Skip Trace' sea una de esas películas porno de acción de las que ya no se hacen y que encumbraron a Nic Andrews ('Loaded', 'Dark Angels') al estrellato, o te recuerde a una versión más moderna y menos Wicked de la premiada 'Manhunters'. Pero no.
A partir de ahí todo baja un poco de intensidad. Sin embargo, parece que sólo nos están preparando para (siento insistir) un tercer acto potente, conciso y emocionante. Y es que se nos plantean conflictos interesantes como las dudas de Riley de seguir con ese trabajo tras estar a punto de morir. Sin embargo, Robby D. se olvida de que hay que resolver los conflictos planteados con un desenlace con cierto climax y, tras una escena de acción que parece sólo la transición hacia el final, termina la película sin que nada suceda.
Entre medias de este guión tan desigual, Robby nos trae las habituales cinco escenas sexuales. Como he dicho, el espectáculo empieza bien con un siempre efectivo Marco Banderas, que se trabaja más que bien a una voraz Holly Michaels que disfruta con la escena.
Luego llega Riley, que finaliza una conversación con su novio (Mick Blue) sobre los preligros de su trabajo con una escena sexual en la que Riley luce bien su cuerpo, pero sin desmelenarse. Y es que si Riley Steele se soltara en sus escenas, con más fuerza y sin miedo a despeinarse como hace muchas veces su compañera Jesse Jane, se convirtiría en una performer sobresaliente.
La siguiente escena sexual, la de Jesse Jane, nos recuerda a su éxito 'Fighters'. Y es que el gimnasio de boxeo en el que está ambientado es prácticamente el mismo y también folla contra las cuerdas. Esta vez es Erik Everhard el afortunado. Sin embargo, aunque Jesse se entrega con su habitual fuerza y pasión, el espectador se viene un poco abajo al descubrir en los contrapicados de su pecho que la gran estrella de Digital Playground se está haciendo mayor y sus implantes de silicona necesitan un retoque si quiere seguir siendo una actriz de primera línea.
Poco después, Jesse (muy sexy vestida de poli dura y con un peinado que le favorece) vuelve a la carga y se tira al capitán de la unidad (Tommy Gunn). Con él se esmera en el oral, chupándosela incluso con sus enormes pendientes de aro rodeando su polla.
La parte sexual acaba con Everhard seduciendo a Jessie Volt para entretenerla ofreciendo un buena escena de sexo (convencional pero con fuerza) en la que se agradece que Digital Playground incluya de vez en cuando a chicas europeas en sus repartos.
Tras esta escena, Robby D. resuelve la situación y cierra la película con una escena de acción de un minuto que hace perder fuerza a todo lo visto en la hora y media previa. Quizá tengan previsto una segunda parte de una historia más completa pero, al igual que 'Sex & Corruption', la película ya ha sido fallida.
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