Con la cinta en sus manos, Spinelli se puso a buscar distribuidor que exhibiera en los cines su película. Fue entonces cuando un distribuidor de la costa este ofreció a Spinelli comprar los derechos del filme. El negocio parecía bastante redondo, pero la realidad es que este distribuidor (presuntamente con lobbies católicos detrás) quería comprar las copias para quemarlas, para destruirlas y que jamás se proyectarán. Spinelli, por suerte, rechazó esa oferta y, aunque la distribución fue complicada (jamás se proyectó en los cines de Nueva York), logró mostrarla en diversos cines de la costa oeste.

El director y gran pornógrafo Jim Hollyday, defensor de la cinta, aseguró en una entrevista a Playboy en 1973 que nunca se podría proyectar, que no se permitiría, y en su libro 'Only the best', donde la alababa como una de las mejores películas X, dudaba que se editara algún día en vídeo. Por suerte, se equivocó en ambas ocasiones y Spinelli logró editarla tímidamente en VHS mediante su propia compañía, aunque el filme ya había caído en el olvido. Hoy puede encontrarse una edición con una imagen muy deteriorada en los archivos de Alpha Blue, aunque la escena final de la mamada a Jesús parece haber desaparecido.