Una chica dura, desierto, chulos, mafiosos, sangre, venganza, sexo, violencia, personajes excéntricos, orientalismo, biografías locas, droga, mansiones... todo lo que se espera de un exploitation hecho por una insider del altporn en busca de homenajear el grindhouse cinema. 'Devil on a chain' es todo esto y es justo lo que Kimberly Kane iba buscando: realizar una película directa, sencilla y entretenida de lucimiento personal. Y Kane consigue todo esto y, a la postre, firmar su mejor película argumental como realizadora.

No podemos decir que se trate de una obra maestra ni que se vaya a convertir en obra de culto, en absoluto; pero la verdad es que es de lo más interesante de esta temporada, que está siendo algo floja y poco memorable. Con la inestimable ayuda de Nate Liquor manejando la cámara y un estudiado y más que efectivo montaje de Octavio 'Winkytiki' Arizala (autor de obras alt como 'Man's Ruin' o 'The Rebelle Rousers'), Kane deja clara su visión y su talento en la dirección, creando una obra atractiva y estilosa y con un buen uso del toque retro que requiere la película.

La historia es básica, directa y no se anda con tonterías: un mafioso sin escrúpulos secuestra a Skin Diamond para venderla como prostituta. Sin embargo, no ha tenido en cuenta a la 'hermana' de la chica (Kimberly Kane), una mujer de armas tomar que acabará con quien sea para rescatar a su hermana. Puñetazos, hostias con palos de golf y una cabeza reventada a pedradas son las muestras del savoir-faire de Kane ante los malos, aunque se echa en falta una una buena matanza en la parte central de la película antes del rescate.

La parte sexual, aunque tiene más de un atractivo, se queda por detrás de la parte argumental. En vez de aportar un aliciente extra a la película, las escenas sexuales (aunque disfrutables) frenan la acción, la interrumpen sin necesidad por culpa de un guión creado con visión narrativa que ha incorporado las cinco escenas de rigor sin exceso de ingenio.

El alucinógeno, alt y videoclipero lésbico entre Veruca James y Brandy Aniston funciona gracias al montaje inicial y su corta duración, pero el resto de escenas no encajan con tanto estilo. Tiene cierta gracia el intento de polvo aséptico entre DeArmond y el obsesivo D. Snoop, aunque interrumpe la historia en el peor momento.

Kane se luce con la enorme polla de Lee Bang, aunque lo hace en un flashback pesado, inútil y sin interés. Y, por su parte, Diamond tiene una escena nada más empezar con Pistol y un lésbico a lo WiP (tan improvisado como agradecido) con la siempre encantadora Charlotte Stokely.

Y entre hostias, sexo y música 'muy grindhouse' a medio camino entre el sonido setentero trasnochado y el del slasher ochentero, tenemos a Kane y Tommy Pistol, que salpimentan la historia con unas interpretaciones sobresalientes, excéntricas y exageradas que bien les pueden valer sendas nominaciones a los AVN. Nominaciones que podrían no ser las únicas para esta película que, sin ser todo lo memorable que se podría desear, pone un punto de color a los estrenos de este año.