Tras sorprender y acumular premios con 'Torn' el año pasado, los fans del porno argumental esperaban una nueva película de Jacky St. James. Y para no defraudar a nadie, volvió a hacer tándem en la dirección con Eddie Powell para desarrollar un guión propio en su siguiente proyecto: 'The Submission of Emma Marx', una obra con demasiados puntos en común con '50 Sombras de Grey' como para negar que se inspira en ella, aunque no sea una adaptación de la novela.

Como trama, se queda muy lejos de 'Torn'; pero lo cierto es que St. James te logra atrapar en esta historia de pasiones ocultas y relaciones políticamente incorrectas en la que Emma (Penny Pax) es una joven estudiante que, tras entrevistar a un apuesto y exitoso empresario (Richie Calhoun), firma un contrato laboral con él que incluye como cláusula sine qua non la total sumisión.

Y la película te atrapa con un guión pausado y una planificación estática que logra crear y aumentar la tensión sexual a cada momento. Una tensión sexual que ponen en escena un joven actor de demostrada solvencia como Richie Calhoun, que parece hecho para estos papeles hieráticos y misteriosos, y Penny Pax, físicamente ideal para este papel de joven frágil e inexperta a la que no le atraen las relaciones de comedia romántica, pero que desconoce el mundo de la sumisión.

Como (casi) siempre, aquí St. James se trabaja los personajes y éstos actúan de una manera realista y hacen que la historia avance de una forma coherente, por lo que las escenas sexuales llegan en el momento justo y hacen que la historia avance y profundice siendo, en realidad, el motor de su relación y de la narración.

Tras una satisfactoria escena típica del cine para parejas entre pétalos de rosa y sábanas de seda de la hermana de Emma y su prometido (Riley Reid y Van Wylde), que representan la relación de romanticismo contemporáneo que sólo consigue aborrecer a Emma, entramos de lleno en el viaje de la protagonista a la sumisión, narrado con acierto mediante los encuentros verbales y carnales de Penny y Richie, protagonistas de las tres escenas sexuales restantes.

Su primera escena, que empieza con una Emma recelosa y termina con su versión más sumisa, sirve para sellar el contrato. Richie la seduce con su magnetismo enigmático y ella se deja llevar en los primeros pasos de la sumisión, seducida por lo desconocido. Ella va acatando su órdenes con timidez: se queda desnuda y se masturba ante él, se sienta en la mesa para recibir la boca de Richie en la entrepierna, se arrodilla para chupársela a su amo y termina a horcajas sobre él y penetrada sobre la mesa.

Tras iniciar su trabajo bajo constantes estímulos, recibir algunos azotes en el culo, bañarse mutuamente en su mansión y ser introducida en diversas facetas del BDSM, llega para Penny y Richie, en la oficina, su segunda escena: una estupenda iniciación anal. Lengua, dedos, saliva y caricias y un cuarto de hora de sexo anal intenso y realista, donde la pasión se mueve del culo de Penny a su cara recorriendo todo su cuerpo mediante una planificación exacta y sensible. Penny, que pasa del miedo y el dolor a sucumbir ante la más intensa pasión, se entrega al máximo en esta escena al igual que su compañero.

Tras una trabajada secuencia de penitencia tras romper el contrato, Richie decide demostrarle el compromiso de su trato con la escena más intensa y absorbente de la película. Con una fotografía que viaja de la calidez del reencuentro al ambiente tenso, frío e íntimo de lo desconocido, Penny (y el espectador) se sobrecoge y excita con el goteo incesante de la cera caliente, preámbulo de una escena vaginal lenta e intensa en la que el cuerpo de Penny, cubierto de cera, se tensa y se curva sintiendo a Richie en su interior, todo ello con los ojos vendados.

La sensación final es la de haber sido testigo furtivo de una historia pasional, intensa y privada; de haber sido el único que ha mirado, por una mirilla, la vida de esa chica. La tensión y la pasión crece paulatinamente y el final te libera, te saca de una historia simple, de dos, sin subtramas ni complicaciones; pero absorbente y persistente.