La productora lésbica Girlsway, con Bree Mills y el fotógrafo Alan E. (Stills by Alan) a la cabeza, estrenaron el pasado septiembre la serie de seis episodios 'The Turning' en VOD y en DVD de forma simultanea. Esta pareja, que ya se dejó ver con 'The bussiness of women' (XBiz Award 2016 a la mejor película lésbica), plantea esta serie (que es como una larga película en seis partes) cómo una alegoría en clave de terror de la homofobia, y lo cierto es que salen bien parados.
Hay que reconocer que tiene sus puntos flacos. Vista del tirón como una película se hace larga, demasiado para lo que nos cuenta. Y es que la estructura de serie hace que algunas escenas sexuales (y otras argumentales) que deberían ser más cortas se alarguen demasiado para cumplir con la duración del capítulo y eso entorpece el ritmo. Eso sí, visto como una serie, un capítulo al día, eso deja de ser un problema, aunque se hace más evidente que la trama no avanza mucho.
Y así como Mills y Alan se lucen en las secuencias que se acercan más al cine de terror, aburren un poco en las otras, siendo mero trámite para que la trama avance. Sin embargo, el resultado final es bueno, atrapándote en las partes más tensas y sacudiéndote en algunas de las escenas sexuales, realmente salvajes.
La historia es la de Halle (Adriana Chechik), una chica que no consigue encajar en su nueva familia de acogida. Su religiosa nueva madre (Dana Vespoli) le pide que organice la despedida de soltera de su insoportable hermana (Anikka Albrite); pero superada por el desprecio de la hermana busca ayuda en una especie de sanadora wickana.
Y ahí comenzará su cambio de vida, convirtiéndose en una salvaje devoradora de mujeres que culminará el cambio integral en la despedida de su hermana en un retiro espiritual recomendado por la sanadora.
La clave parece estar en un brebaje que como ingrediente activo tiene los fluidos vaginales de Chechik. Y lo deja claro en una de las escenas más calientes, en la que Chechik se despierta y va a la habitación de la madre como una zombie y, tras sacarse la mano empapada de las bragas y metérsela en la boca a Vespoli, tienen una salvaje escena en el dormitorio.
Antes de eso, Chechik es iniciada en los placeres sáficos por la falsa sanadora (Mercedes Carrera), en una de esas secuencias demasiado largas (tanto la argumental como la sexual). Este es un polvo más sensual, menos salvaje, al que le hubiera venido bien un buen recorte de metraje.
Tras llegar al retiro espiritual para la despedida (en el que les recibe una extraña enfermera interpretada por la propia Bree Mills), Chechik, Albrite y sus dos amigas (Carter Cruise y Tara Morgan) son separadas y Chechik da un paso más en su transformación con una escena con Jelena Jensen con varios squirts de Chechik que servirán para transformar a sus compañeras.
Y es que ahí viene el plato fuerte. Tras darles de beber un brebaje con sus fluidos, Cruise, Morgan y Chechik tienen una salvaje escena en la sala de yoga. Chechik vuelve a sacar la fiera que vimos con Vespoli, Morgan se vuelve loca disfrutando de las chicas y Carter ni da abasto. Como era de esperar, todo culmina en varios y abundantes squirts de Chechik que las chicas deboran como si no hubiera un mañana.
La escena se repite acto seguido, esta vez con la participación de Jensen. Se trata de otra estupenda escena, también enérgica, con su punto salvaje y con más squirt de una tremenda Adriana Chechik; pero al tener (casi) las mismas chicas que la anterior y no ser tan básica para la trama, quizá debería haber sido más corta (estamos hablando de escenas de más de 30 minutos en un producto argumental). Pero vamos, es quizá la mejor escena de la película, así que se le perdona (y en parte se le agradece) la duración.
Convertidas las amigas en lesbianas sedientas de sexo, le llega el turno a Albrite, que huye despavorida ante el intento de violación por parte de sus amigas. Y busca refugio en su madre (que es madrastra, un detalle importante en el autocensurado porno americano), que ya ha sido transformada por Chechik. Así, las tres tienen una buen escena en el sofá de casa tras 'convencer' a Albrite con la mano empapada de Chechik.
Que sólo haya escenas lésbicas puede aburrir, ya que ninguna tiene nada distintivo más que la actitud salvaje en algunas escenas; pero hará las delicias de los amantes del porno lésbico y del squirt y sin duda vale la pena verla, tanto por la apuesta argumental como por algunas de las escenas sexuales.
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